El entorno en el que nos movemos está cada año más contaminado acústicamente: ruido del tráfico, música de locales, conciertos… Pero el motivo más destacable de contaminación acústica es el uso abusivo de escuchar música a todo volumen en los teléfonos móviles y aparatos electrónicos.
Los jóvenes entre 16 y 36 años, actualmente denominados Millennials, están expuestos en mayor medida a estos niveles altos de sonido.
Pero ¿por qué les gusta escuchar música alta a los jóvenes? Investigadores daneses han buscado respuesta a dicha pregunta, obteniendo lo siguiente:
- “Disfruto y siento más la música cuando está alta”
- “Puedo evadirme totalmente al escuchar música alta”
- “Escuchar música a todo volumen me da energía”
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que:
- Más de la mitad de las personas de entre 12 y 35 años corren el riesgo de perder audición. Estos jóvenes, cuando cumplan 50 años, tendrán la audición de un anciano de 80.
- El 5% de la población mundial tiene alguna discapacidad auditiva. En 2050, una de cada diez personas tendrá pérdida de audición.
Los síntomas más habituales de daño auditivo son los pitidos y el dolor de oído. Se considera dañina una intensidad acústica superior a 85 decibelios soportada durante 8 horas. Además, los sonidos agudos son más nocivos que los graves.
¿Cómo se puede evitar esta sobreexposición?
- Limitar el tiempo de exposición al sonido y utilizar limitadores de volumen en los dispositivos electrónicos y auriculares.
- Utilizar sistemas de protección, como tapones con filtro de membrana o cascos aislantes protectores, adaptados para niños.
- Control paterno del volumen, en el caso de las personas más jóvenes.
- En conciertos y estadios deportivos, usar tapones o cascos aislantes y mantenerse a distancia de los altavoces.
- Usar apps como HearAngel, la cual avisa cuando nos exponemos a un volumen excesivo y ajusta automáticamente el nivel de sonido para mantenerlo seguro.
Ante el primer indicio de molestia se debe evitar la exposición al ruido y abandonar el lugar. Además, conviene acudir a un centro auditivo o al otorrinolaringólogo. Una audiometría permitirá analizar si se ha producido o no pérdida de audición, si hay alguna lesión en el oído interno o si hay algún daño o patología que requiera tratamiento.